Sigo con la mirada cada una de sus curvas, sube la temperatura, no quería estar en otro lugar, ese era el perfecto. Empezamos a acariciarnos deseando poder besarnos, pero sin hacerlo todavía. De pronto, despierta en nosotros algo, bruscamente comenzamos a besarnos y a desnudarnos. Juntamos cada vez más nuestros cuerpos desnudos y sudamos hasta que llega el más placentero de los orgasmos.-Álvaro, ¡a desayunar! ¡venga, despierta!
¡Muchísimas felicidades Álvaro! Te dedico este ''relato'', jajajaja.
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